Con frecuencia, la vuelta al colegio tras las vacaciones de verano supone una angustia para muchos niños, adolescentes y jóvenes, Vivimos en una sociedad muy competitiva en la que tener éxito y ganar dinero es sinónimo de felicidad. Por eso, para asegurarnos que nuestros hijos/as se ganen bien la vida, muchas veces los matriculamos en colegios e instituciones con un curriculum muy exigente, varios idiomas y muchas horas lectivas. Lo principal es que se adapten a las necesidades de los jóvenes según talentos y valores. Son pocos los padres que inscriben a sus hijos en colegios dónde les enseñen a ser felices, y es muy importante, ya que la felicidad, como cualquier otra materia, se aprende y se construye desde la niñez. Por eso, animo a los padres/madre que antepongan siempre el bienestar de los jóvenes a las calificaciones escolares. Lo más importante es que tengan un equilibrio personal básico y una sana autoestima. Si no es así, es como empezar la casa por el tejado, fallará la base, no se sentirán motivados y por lo tanto, es difícil que saquen buenas notas. Aunque veo jóvenes que viven con un nivel de estrés muy alto ya que dedican excesivas horas para sacar sobresalientes e identifican su autoestima con ello. Por eso, es importante asegurarnos que nuestros jóvenes sientan bienestar y creen una autoestima sana según sus valores y talentos. Es fácil ver si un niño o joven es feliz en el colegio. No sólo porque sonríe, sino porque crece a través de las relaciones y aprovecha los desafíos para crecer y aprender. Hemos de asegurarnos que nuestros jóvenes sean felices yendo al colegio, instituto o universidad, comunicarnos con ellos continuamente, y si no es así, buscar ayuda según el tipo de problema que tengan. Tener una buena base emocional y una autoestima sana va a hacer que se sientan seguros, felices y que todo vaya bien. Las causas por las que los adolescentes no se sienten bien en el colegio es que sufren muchas veces una presión excesiva que procede de un sistema educativo que se basa en las notas y que procede de la mitad del siglo XVIII, cuando se buscaba “fabricar” personas en serie, calladas y que produjeran al ritmo de la revolución industrial. Ese concepto está superado y, sin embargo, son muchos padres los que rigen el rendimiento de los niños a partir de las notas. Y no debería ser así… ya que los adolescentes y los jóvenes tiene un potencial ilimitado que debemos potenciar y reforzar creando un entorno sano que les motive. Evaluar ese potencial solo por las notas que obtienen es absurdo cuando sabemos que no existe un solo tipo de inteligencia, sino que hay muchos tipos y una de las inteligencias más importantes es la emocional.Cada persona tiene un talento innato y es ese el que debemos potenciar. Para promover el bienestar del joven debemos ser capaces de valorar y celebrar un comportamiento positivo o un esfuerzo, pero también de valorar su talento y de transmitir a nuestro hijo que confiamos en él pase lo que pase para ayudarle a reforzar sus fortalezas. Si logramos una relación sincera, íntima y basada en el respeto y la confianza entre padres e hijos tendremos un vínculo muy fuerte en el que tienen lugar la autonomía, la responsabilidad y también los límites. Pero esos límites que debemos marcar no tienen que ver con la culpa o la crítica, sino con la prevención de posibles riesgos o comportamientos tóxicos. Un proceso de Coaching a adolescentes y jóvenes es vital para se sientan motivados/as y comprometidos/as con su vidas y tengan las herramientas necesarias para gestionar sus vida. Aumentando el bienestar y la autoestima, de forma natural, incrementan la motivación y las calificaciones académicas. |