Muchas madres se sienten muy solas a la hora de educar. Me dicen en las sesiones de Coaching que sin la colaboración de un padre que imponga límites, es muy difícil hacerse respetar.
Para estas madres, me gustaría transmitir un mensaje de calma y decirles que si ellas tienen una relación sana y satisfactoria con sus hijos, el hecho de que el padre participe poco en su educación por motivos varios, no afectará a la hora de poder poner límites a su hijo. No hace falta una figura autoritaria masculina para poner límites, sólo tener la claridad de cuándo ponerlos y hacerlo con firmeza.
Tener un buen nexo de unión con tu hijo es lo que hará que puedas poner límites con facilidad, ya que tu hijo confiará en ti y aunque al principio refunfuñe, al final, te hará caso. Si no tienes una buena relación de complicidad, difícilmente esto será así.
Los límites hoy en día, se ponen con firmeza y coherencia y desde la autoridad ganada, no desde una autoridad impuesta. La autoridad se ha de ganar con el ejemplo y con un buen vínculo afectivo. Poner límites desde el castigo y /o el miedo puede hacer que la relación se deteriore. Si no hay comunicación, a ciertas edades es dificilísimo poner límites. Tuve una clienta de dieciséis años que a base de castigos le habían quitado todos los privilegios: móvil, zapatillas deportivas, pagas, regalos de reyes … y simplemente no hablaba. Permanecía todo el rato encerrada en su habitación cuando llegaba del colegio. Así llevaba meses.
Sólo que uno de los dos progenitores tenga una buen vínculo afectivo con su hijo, será suficiente para darle el amor y poder ponerle límites coherentes cuando sea necesario. Con amor y límites, los jóvenes crecen responsables y con una autoestima sana.
Poner límites no es enfadarte con tu hijo, ni demostrar quién manda. Es para un camino que puede ser perjudicial para tu hijo
Poner límites no es empeñarnos en que haga la cama cada día, y hacer un pulso continuo para conseguirlo, (cosa que personalmente no encuentro tan necesario como que sean buenas personas, respetuosos y responsables). Tampoco enfadarse permanentemente con nuestros hijos. Sólo se ponen cuando puedan correr peligros, hayan faltas de respeto, o comportamientos tóxicos como manipulaciones, y con mucha paciencia, para educarles en cuanto a hábitos de higiene, comida y orden.
El amor de madres/padres es incondicional, tenemos la responsabilidad de tener la paciencia necesaria para educar con el fin de que nuestro hijo lleve una vida plena, no para demostrar tener razón o que nos tienen que obedecer porque si.
Cuando pongamos límites lo hemos de hacer sin juicio, sin crítica y sin etiquetar. Es importantísimo NO utilizar el verbo ser cuando les riñamos. No decir “Eres un mentiroso” sino “Eso que has dicho no es verdad”, ya que hay algo inamovible en el verbo ser, se queda grabado en la memoria. Hemos de hablar siempre del comportamiento o de la actitud. Por ejemplo: si tu hijo no estudia, no decir “Si no estudias, nunca llegarás a nada”, porque con esa afirmación tan dura y pco objetiva, sólo conseguirás que se acompleje y que se sienta desmotivado.
«No te tomes nada personalmente» esta frase del libro «Los Cuatro Acuerdos del Dr. Miguel Ruíz», nos puede se muy útil para practicar el liderazgo como padres. No nos podemos tomar las cosas que nos dicen nuestros hijos personalmente, ni enfadarnos más lo que dure el percance. La educación tiene que estar basada y pensada en el futuro de nuestro hijo. Si algo nos ofende tenemos que tener una conversación con nuestro hijo. Les podemos reñir y enfadarnos, y expresar nuestros sentimientos, pero hay que olvidarlo en cuanto tengamos una conversación asertiva sobre lo que pasó. Estamos educándolos para que el día del mañana sean buenas personas, alegres, creativos y llenos de recursos y no haciendo un pulso a ver quien puede más.
Dejo el enlace del libro de Miguel Ruíz Los Cuatro Acuerdos.http://formarse.com.ar/libros/libros_gratis/inspiradores/LOS4ACUERDOS.pdf(abre en una nueva pestaña)
Lourdes Bouton, coach personal y familiar