La pregunta no es si somos inteligentes. sino de qué manera lo somos
Estoy en una clase de tonificación en el gimnasio. El profesor va marcando unos movimientos específicos y un ritmo. Normalmente somos bastantes personas en la clase. Esta vez sólo somos cuatro. No puedo evitar mirar a la chica que está delante de mi ya que no sigue el ritmo, ni los movimientos. Se mueve con retraso y no logra hacerlo con un mínimo de coordinación. A simple vista la situación parece cómica pero si me fijo veo la tenacidad que muestra al seguir hasta el final sin ningún titubeo a pesar de las limitaciones que parece tener.
Está claro que esta chica tiene muchos talentos y fortalezas, entre ellas, la disciplina y la tenacidad. Sin embargo, no tiene muy desarrollada la inteligencia kinestésica o deportiva que incluye habilidades físicas como la coordinación, el equilibrio y la velocidad entre otras.
¿Qué pasaría si creáramos todo el sistema educativo alrededor de este tipo de inteligencia, la deportiva o kinestésica?, entonces a los jóvenes que no fueran deportistas los tacharíamos de patosos ya que no llegan al nivel. Les tendríamos que poner todo tipo de refuerzos para conseguir la flexibilidad o destreza ideal.
Eso es exactamente lo que está pasando ahora en las aulas; se valoran mucho las capacidades cognitivas en detrimento de otros tipos de inteligencias. El precio es que muchos jóvenes con otros tipos de inteligencias más desarrolladas que la cognitiva se sienten desmotivados, desvalorados y tristes.
Gracias al psicólogo Howard Gardner sabemos que las inteligencias múltiples son: espacial, lingüística, lógico-matemática, corporal o kinestésica, intrapersonal, interpersonal, musical y naturalista, y yo añadiría la inteligencia espiritual y la ejecutiva. Y gracias al educador y escritor Ken Robinson sabemos que cada uno de nosotros tenemos habilidades especiales que nos hacen ser muy buenos en algo que nos llevará a tener una ocupación deseada. Además investigadores como Daniel Goleman consideran que la inteligencia cognitiva contribuye únicamente en un 20% del éxito y el otro 80% con aspectos relacionados con la inteligencia emocional.
Vivimos en una época de gran desarrollo tecnológico, todo está cambiando muy deprisa y el sistema educativo sigue igual que cuando se inventó en el siglo XIX para producir. Ahora no es válido. Hay un gran desconcierto en general en el sistema educativo, no sólo es lo que se enseña, sino en cómo enseñarlo. Está claro que hace falta un cambio si lo que queremos es educar para ser feliz, educar para que los chicos sean buenas personas, equilibradas y sanas. No basta con llenarles la cabeza de contenidos que además están colgados en una nube a un clic del ordenador.
Si lo que queremos es educar para ser feliz:
¿Porqué se da tanta importancia a las matemáticas y a la lingüística y se solapa la inteligencia social y emocional?.
¿Porqué es más importante saber resolver problemas de álgebra que leer música o conocerse a uno mismo?
¿Porqué los jóvenes permanecen 8 horas sentados detrás de un pupitre, si está demostrado que el aprendizaje es más eficaz si se hace experimentado?
¿Porqué aprenderse de memoria según que conceptos que están a un clic del ordenador?
¿Porqué aún hay profesores que recurren a las típicas técnicas de motivar desde el miedo de antaño?: Vas a suspender, te van a castigar etc…si para motivar a los jóvenes hace falta reconocerlos, inspirarlos y hacerles sentir pasión por lo que hacen?
Y sobre todo, ¿Porqué en general enseñan lo de siempre y de la misma manera?.
¿Qué tipo de educación necesitan los jóvenes para sentirse inspirados, confiados, reconocidos y con ganas de aprender?
¿Cómo sería una educación desde el amor y no desde el miedo? Desde luego la solución no es poner más exámenes.