Educar en esencia es ser un hermoso árbol que da sombra y transmite su flujo de nutrientes y energía a su alrededor. 

Un árbol que se enraiza en la tierra con profundas y sólidas raíces, y toma el sustento de sus aguas y preciosos cristales.

Un árbol que mira al cielo y es continuamente acariciado por el viento y regado por puras lluvias de la más alta estratosfera.

Un árbol en el que su interior tiene un gran útero dispuesto de cavidades para acoger cualquier incertidumbre y acunar hasta que desaparezca.

Un árbol, que con sólo su presencia, transmita confianza, calma y alegría. 

Seamos árboles y dejemos crecer a nuestros hijxs como lo que son y no como lo que nos gustaría que fueran para que se abran a la vida y aporten todo el perfume de su esencia. 

Aunque muchas veces nos produzca inquietud, ellxs tienen que hacer su camino y nosotros estar ahí para que cuando nos necesiten, abrirles nuestra mente y nuestro corazón para que piensen, sientan y sueñen a lo grande.